No respira. Jadea.
Se intranquiliza con lo que inventa su mente.
Y quiere estar ahí. Donde 1 + 1 serán 1.
Y ya no respira. Inventa.
Abre su boca para inspirar.
Solo logra que su pecho se exalte.
Y sigue sin respirar. Imagina.
Es fácil imaginarlo a su lado, y es difícil sacarlo de su mente.
Capricho desmedido que la hará correr hacia el mar.
A llenarse de sal. De sol. De luna.
Y se quedara ahí, sin respirar, jadeando...
Esperando que un soneto de Alfonsina le moje los pies.
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