No recuerdo en que momento creí, que la solución era dejarlo todo.
Salir corriendo.
Dejar que las cosas se vayan y bajar los brazos.
No recuerdo haberme visto triunfante por una causa que no haya sido a través del llanto.
No recuerdo si fue ayer o mucho antes que te pedía a gritos, y hoy me acalla el silencio de la cobardía.
No recuerdo haberte visto sin una sonrisa al verme, pero si olvidé decirte muchas cosas por contemplarte.
Pero recuerdo firmemente sujetarme a la vida.
Recuerdo llenar mi pecho de aire para expulsarlo a bocanadas gritando tu nombre.
Porque estas manos que escriben tan delicadas, son las mismas que rasgan la tierra y las piedras para llegar a tu perdón.
Porque una vez mis ojos se llenan de llanto al notar mi error.
Porque ilógicamente, un silencio se convierte en mentira, y la duda entra en acción.
Pero mi alma está segura. Está segura de esperarte. Si no es hoy, será mañana. Y si no vendrá otra vida, y en esa prometí encontrarte.
Porque ya conozco tu alma, tu voz, tus besos y tus manos que mucho saben de magia.
Magia por construir lo que en mí tenía una ausencia.
La del amor.
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